El asma es una enfermedad inflamatoria crónica de las vías aéreas¹. Como resultado de la inflamación, las vías aéreas son hipersensibles y se contraen fácilmente en respuesta a una amplia gama de estímulos. Esta alteración puede causar tos, sibilancias, disnea (dificultad de respirar caracterizada por respiración rápida y corta) y opresión torácica¹.
El asma, una de las enfermedades más comunes en todo el mundo, es un síndrome complejo, con diferentes características clínicas en adultos y en niños¹. La gran variedad de presentaciones clínicas y de su evolución es un obstáculo para una clasificación única, paso importante para definir diagnósticos y terapias¹. El asma suele ser clasificada según los factores desencadenantes de síntomas, la gravedad y frecuencia de los síntomas, o también de acuerdo con la respuesta a los tratamientos disponibles¹.
Factores de riesgo²
Los factores de riesgo se pueden dividir en ambientales y propios del paciente. Los factores ambientales están representados por la exposición al polvo, infecciones virales, alérgenos como ácaros, polen, pelo de animales, humo del cigarrillo, irritantes químicos y contaminación ambiental, cambios climáticos, ejercicios físicos fuertes, estrés emocional e incluso algunos tipos de medicamentos.
Cuando no hubiera cómo evitar la exposición, el paciente puede seguir algunos cuidados, como:
- Evitar actividades físicas al aire libre, especialmente en días fríos;
- Evitar baja humedad o exposición en días con mucha contaminación;
- No fumar y evitar ambientes cerrados con personas fumando.
Algunos estudios señalan que la reducción de peso en pacientes obesos con asma demuestra mejora en la función pulmonar, en los síntomas, morbilidad y en la condición de vida.
Síntomas⁴
El asma tiene síntomas muy característicos, pero algunos de ellos pueden ser confundidos con los de otras enfermedades. Para un diagnóstico adecuado o seguro, lo ideal es buscar un profesional de salud apenas se sienta cualquier molestia.
Los principales síntomas son:
- Tos seca;
- Sibilancia en el pecho;
- Dificultad para respirar;
- Respiración rápida y corta;
- Molestias torácicas;
- Ansiedad.
Diagnóstico
El diagnóstico del asma se hace mediante la identificación de criterios clínicos y pruebas funcionales³. En niños hasta los cinco años el diagnóstico es eminentemente clínico, por la dificultad de realización de pruebas funcionales³.
El diagnóstico clínico se sospecha ante la presencia de síntomas como dificultad para respirar caracterizada por respiración rápida y corta), tos crónica, sibilancias y molestias torácicas₄. Estos síntomas suelen ocurrir principalmente a la noche o en las primeras horas de la mañana, pueden ser desencadenados por irritantes específicos (humo, olores fuertes, ejercicio físico o aeroalérgenos) y presentan como característica la reversibilidad espontánea o con medicaciones₄.
Los principales diagnósticos diferenciales en adultos son: Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (especialmente si el paciente es fumador), Insuficiencia Cardíaca Congestiva, hiperreactividad y postinfecciosa (tos aguda), disfunción de cuerdas vocales, enfermedad difusa del parénquima pulmonar, bronquiectasias, síndrome de hiperventilación (como trastornos de ansiedad), entre otros₄.
Prevención²
El asma no tiene una causa aparente, pero es posible controlar las crisis e incluso prevenir que ocurran con algunas medidas simples:
- Mantener el ambiente limpio;
- Evitar acumulación de suciedad o polvo;
- Tomar sol. La vitamina D está relacionada a una serie de enfermedades del aparato inmunológico, como el asma;
- Evite olores fuertes;
- Tomar la vacuna de la gripe;
- No fumar;
- Abrigarse, principalmente en época de frío;
- Practicar actividades físicas regularmente;
- Comer sano;
- Beber mucho líquido (agua);
- Mantener el peso ideal.
Tratamiento²
El objetivo del tratamiento del asma es mejorar la calidad de vida de la persona, por medio del control de los síntomas y por la mejora de la función pulmonar. El tratamiento medicamentoso es realizado junto con medidas educativas y de control de los factores de riesgo que pueden provocar la crisis asmática. La definición del tratamiento se hace a partir de los síntomas, de la historia clínica y de la evaluación funcional.
En el tratamiento no medicamentoso, la educación del paciente forma parte fundamental de la terapéutica del asma y debe integrar todas las fases de la atención ambulatoria y hospitalaria. Se debe tener en cuenta aspectos culturales y alcanza aspectos de conocimiento de la enfermedad, incluyendo medidas para la reducción de la exposición a los factores desencadenantes y la adopción del plan de autocuidado.
La base del tratamiento farmacológico del asma persistente es el uso de antiinflamatorios, siendo corticosteroides inhalados los principales de ellos, asociados a medicamentos de alivio con efecto broncodilatador.